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Martes, 04 de Mayo del 2021

Día de Star Wars: no te pierdas la historia del Chewbacca de Funes

En este día especial sacamos del cajón una vieja crónica escrita por Lucas García para nuestra edición impresa del 5 de octubre de 2012.

por Vanesa Fresno

Allá por al año 1997 durante las vísperas de los reestrenos de la saga Star Wars un grupo de fanáticos estadounidenses pensó: “¿Por qué no vamos al cine disfrazados de los personajes?”. En seguida empezaron a confeccionarse sus trajes seguramente sin imaginar la gigantesca bola que había comenzado a rodar.

Varios años después Rubén Dogliani -un muchacho rosarino recientemente mudado a nuestra ciudad- le fabricaba a un sobrino un Arturito de cartulina. En el 2004, a los 30 años, este diseñador gráfico partía rumbo a España a probar suerte. Allá conoció a un español que tenía un traje de los Storm Troopers (los robots blancos malos de la saga). Tentado, Rubén se compro una espada laser que le costó 100 euros y un tiempo después también tenía su armadura de Trooper.

Son réplicas exactas de lo que se ve en las pelis. La idea es llegar a recrear los trajes con la mejor fidelidad. Nosotros pertenecemos a la 501 que es una organización internacional que esta avalada por Lucasfilm, por George Lucas. Y bueno, se hacen eventos beneficos, se colabora con ONG´s en todo el mundo. Cada traje tiene un registro, te asignan un número. Es como que sos un representante oficial de Star Wars”, explica Rubén.

En rigor, todo aquel que posea un traje y quiera registrarse puede hacerlo en la 501 (para quienes tienen trajes de personajes malos) o bien en la Rebel Legion (para quienes tengan trajes de buenos). Así y todo, ser aceptado no es una pavada, la cosa tiene su propia burocracia.

Para aprobar los trajes hay que mandárselos a una persona que es la encargada en Rosario, lo evalúa a ver si sigue los requisitos, después mandan fotos del traje a Estados Unidos donde finalmente deciden si lo aprueban o no”, cuenta Nicolas Navarro, compañero de galaxias de Rubén, analista de sistemas, chef, modelista en papel y hacedor de un traje de Tuskan Rider (el malo que anda por el desierto).

En el 2009 la crisis mundial golpeo a España como ya sabemos y la empresa que empleaba a Rubén cerró sus puertas. El tiempo durante el que había trabajado le otorgaba a Rubén 2 años de “paro”, o sea, 2 años de recibir un seguro de desempleo estatal.

Por esa época Ruben vio un video que lo hizo emocionar. Se trataba de una ceremonia especial donde se reivindicaba a Chewbacca (el personaje peludo). La historia es que en una de las películas se les entregan medallas a los buenos, pero el pobre de Chewie se queda a un costado mirando como premian a sus amigos mientras a él lo ignoran olímpicamente. En el año 97, para remediar esa injusticia, organizan este evento.

Después de ver eso decidió que tenía que fabricar el traje de la mascota peluda de Harrison Ford. “El video fue lo que a mí me motivó a hacer el traje, el ver la reacción de la gente cuando le entregan el premio. Ver la reacción de la gente cuando entra, es como que explotó todo, la gente le tiene mucho cariño”, cuenta Rubén emocionado.

El momento difícil en España lo decidió a cerrar una etapa y volverse a Argentina, pero antes de volver tenía una tarea. Aprovechando los 600 euros mensuales que le correspondían durante dos años se dedico exclusivamente a fabricar el traje de Chewie.

“Empecé con la máscara, todo con materiales muy reciclables, el pelo es natural. Abre la boca, todo”, cuenta mientras posa con la cabeza en los brazos. “Este no se vende, venden una versión pero es como un disfraz, lo tenés que hacer vos”.

Para alcanzar los 2,04 metros de Peter Mayhew, el hombre debajo del traje, Rubén colocó en las patas de Chewie unos sancos para limpiar techos. En la bandolera tiene unos parlantes y con la mano acciona unos dispositivos conectados al I Pod que reproducen el sonido que emite el Chewie original.

“Cuando salís con el traje enseguida se te viene la gente”, dice contento. Después de un año y medio de trabajo y más de 3 mil euros solo de costo de materiales, volvió al país con el traje terminado.

Este año, con Chewbacca, ganó el premio al mejor disfraz en la convención del mundo comic Crack Bang Boom de Rosario. La gente no podía creer lo que veía. Ahora, este diseñador gráfico de 37 años recientemente radicado en Funes busca trabajo.

“Yo no soy tan fanático”, dice. Y lo dice en serio.

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